Dado el contexto histórico y cultural, el término "esclavo" (δοῦλος) suscita solo emociones y reacciones negativas. El Nuevo Testamento se escribió en una época en que la esclavitud era bastante común, así que el concepto de esclavitud era algo familiar para las personas del primer siglo. De hecho, el imperio romano era una sociedad conocida por su uso de esclavos. Teniendo esto en cuenta, cabe esperar que la palabra "esclavo" (δοῦλος) aparezca 126 veces en 118 versículos. Muchos versículos hablan a los esclavos, incluso los que estaban dentro de la iglesia.  Por esta razón, vemos varios autores del Nuevo Testamento que dicen ser "esclavos" de Dios o de Cristo: Pablo (Romanos 1:1; Gálatas 1:10; Filemón 1:1; Tito 1:1), Pedro (2 Pedro 1:1), Santiago (1:1) y Juan (Apocalipsis 1:1).

 

La palabra "esclavo" (δοῦλος) también se usa de otras formas. Por ejemplo, Pablo informa a los creyentes de que antes eran "esclavos del pecado" y los anima a convertirse en "esclavos de la obediencia" (Rom 6:15-20; véase también Juan 8:34). Esto es especialmente sorprendente si tenemos en cuenta los pasajes en que se dice a los creyentes que ya no son esclavos sino amigos (Juan 15:15) o hijos de Dios (Gálatas 4:7; esto solo se puede explicar si nos damos cuenta de que hay distintas metáforas que revelan aspectos distintos de nuestra relación con Dios). Los autores bíblicos no solo se identifican como "esclavos", sino que dicen que es algo a lo que deben aspirar los creyentes. Pedro dice a sus lectores que usen su libertad como "esclavos de Dios" (ὡς θεοῦ δοῦλοι; 1 Pedro 2:16).

Antes de que podamos apreciar el impacto completo de lo que dice Pedro, tenemos que reconocer las vidas horribles de las personas que vivían como esclavos. En resumen, la esclavitud es una posesión. Los sistemas de esclavitud pueden diferir, pero esto es algo que todos tienen en común. La idea de un humano que "posee" a otro humano es espantosa. Imagine que no tiene control sobre lo que hace, las relaciones que tiene o incluso sobre su propio cuerpo. Estaba permitido matar a los esclavos sin miedo a enfrentarse a consecuencias legales (a menos que el esclavo perteneciera a otra persona, en cuyo caso, podrían enfrentarse a una penalización económica). Los esclavos estaban obligados a realizar las tareas más insignificantes y difíciles. De hecho, para la sociedad, los esclavos no eran personas, sino que eran una posesión. La esclavitud es una de las peores maldades que la humanidad se ha impuesto a sí misma. Aquí no se está respaldando ni aprobando el sistema de esclavitud.

 

Entonces, ¿por qué querría alguien asociarse con este sistema? La respuesta solo la podemos encontrar en el carácter del dueño. Es solo para poner nuestro enfoque en el carácter de Dios. 

 

Nadie en su sano juicio se ofrecería voluntariamente como esclavo. Curiosamente, muchas traducciones evitan esta conexión traduciendo δοῦλος como "siervos" (o algo similar): (1 Pedro 2:16 véase RVR1960, NBLA, NVI). Es una lástima porque no saca a la luz una gran característica de este pasaje y otros muchos. Convertirse en esclavo de Dios es exactamente lo que los autores de la Biblia hicieron y lo que se nos anima a hacer. Esto solo puede ser porque el dueño, Jesucristo, es tan digno de confianza, tan amoroso y fiel, que podemos entregarnos a Él por completo. De hecho, Cristo mismo entiende nuestra situación. Su encarnación se describe como "adoptó la humilde posición de un esclavo” (μορφὴν δούλου λαβών; Filipenses 2:7). A diferencia de los dueños terrenales, Cristo nos ama, murió en sacrificio por nosotros y cuidará bien de nosotros.

 

(1) Es imposible hacer una estimación precisa. Con respecto a la Italia romana, Neville Morley sugiere que la población de esclavos era hasta un 35% de la población. “Slavery under the Principate,” Cambridge World History of Slavery, vol 1 [CUP, 2011], 265.

 

(2) Referencia Mateo 8:9; Marcos 12:2; Lucas 7:2; Juan 18:18; 1 Corintios 7:21; Gálatas 3:28; Efesios 6:5; Colosenses 3:11, 22; 1 Timoteo 6:1; Tito 2:9; Filemón 16; Apocalipsis 6:15.

 

Joseph D. Fantin

El Dr. Fantin cree firmemente que un entendimiento adecuado de la Palabra de Dios permitirá crecer al creyente en su relación con Cristo, amar a Dios y a los demás, llevar el amor de Cristo al mundo, construir la iglesia y, sobre todo, glorificar a Dios. Está comprometido con la enseñanza del método exegético para ayudar a sus estudiantes a entender, aplicar y enseñar la Biblia para lograr estos objetivos. La investigación del Dr. Fantin incluye el mundo del primer siglo, el idioma griego y la lingüística, el método exegético y la exégesis del Evangelio de Juan y Hebreos. Él y su esposa Robin tienen dos hijos: Jillian y David.