¿Está Dios presente?
Quizás la búsqueda principal de la mente humana es un anhelo de la presencia de Dios, ver el rostro de Dios. La necesidad de sentir o incluso de ver a Dios es algo innato de la constitución del ser humano. El teólogo norteafricano Agustín de Hipona (354-430 d.C.) ideó un experimento que revela nuestro anhelo. Para parafrasear, Agustín pregunta lo siguiente: "¿Y si Dios se te apareciera y te ofreciera cualquier cosa que desees?" Haces una lista inicial y Dios dice: "¿Eso es todo? No hay límites, todo está permitido". Así que añades buena salud y algunos amigos y Dios dice: "Sigue añadiendo, no te preocupes, nada es pecado. Solo que nunca podrás ver mi rostro”.
Entonces Agustín dice: "¿Te has dado cuenta de cómo tus ánimos se elevaron ante todo lo que podías tener y de repente todo se colapsó cuando Dios dijo que no podrías ver su rostro? Esa sensación de pérdida demuestra que tu verdadero deseo es Dios mismo". La búsqueda de la presencia de Dios es un deseo humano fundamental.
Examinemos brevemente dos aspectos teológicos de la presencia de Dios: la omnipresencia y su cercanía personal.
Omnipresencia: incontenible e ilimitada
La presencia de Dios se distingue de la de los humanos porque no tiene límites. Onmi- es un prefijo griego que expresa el concepto del "todo". La palabra omnipresencia quiere decir que Dios está en todos lados en todo momento. La omnipresencia abarca la característica especial de Dios de estar presente en todo su ser sin estar limitado por el espacio o el tiempo.
Otra forma de describir la omnipresencia es la palabra "obicuo": Dios está siempre presente para todo. El término técnico para la cercanía de Dios es "inmanencia" en lugar de "trascendencia", lo cual separa a Dios de su creación. Pablo destacó que Dios "no está lejos de cada uno de nosotros" (Hechos 17:27; véase también Isaías 55:6).
El Espíritu de Dios es ilimitado en la presencia personal. Las coordenadas de tiempo y espacio de Dios no se pueden extender ni llenar.
Cercanía personal: la encarnación y la morada
Jesús, Dios encarnado, es el regalo de la presencia inequívoca e incomparable de Dios para la raza humana. Su nombre dado en su nacimiento, el principio de la encarnación histórica de Dios en la tierra, no solo es Jesús, es decir, "salvador" (Mateo 1:20-21), sino también Emanuel, que quiere decir: "Dios con nosotros" (Mateo 1:23; véase también Isaías 7:14).
Emanuel en hebreo se lee literalmente: "Con nosotros, Dios". La presencia de Dios con su pueblo se concretiza en Jesús, el regalo de Dios de su presencia misma. A través de la encarnación, la cercanía de Dios a la humanidad se establece en una ubicación geográfica y una ocasión histórica.
Cuando los creyentes reciben al Señor Jesús como su Salvador personal, no solo somos salvos de nuestros pecados, sino que Dios nos acompaña, nos ayuda y nos conforta con su presencia personal.
Cuando Jesús se fue, nos prometió no solo la cercanía de Dios a través de la encarnación, sino la "morada" de Dios a través del Espíritu Santo en la vida del creyente.
En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo llenó a ciertos individuos y grupos de forma temporal. Por ejemplo, Bezalel, un obrero dotado que fue llamado y lleno del Espíritu Santo (Éxodo 31:1-5). El Espíritu Santo también llenó al rey Saúl por su responsabilidad nacional, pero más adelante salió de él (compare 1 Samuel 16:14 y 19:23). Estos hombres operaron bajo el poder del Espíritu santo hasta que terminaron su tarea.
Ahora, examine la garantía total que ofrece Jesús: Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, (...) porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros (Juan 14:16-18, énfasis añadido). Las dos preposiciones cambiaron algo importante en la teología y la experiencia de la presencia de Dios de "con vosotros" a "en vosotros".
Jesús promete que los creyentes serán la morada del Espíritu Santo. No debemos preocuparnos de que vaya a dejarnos. No va a abandonarnos en nuestra relación o responsabilidades. Todos los creyentes son morada del Espíritu Santo con dones espirituales para edificar al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12) y Su presencia en nuestras vidas produce el fruto espiritual en nosotros y a través de nosotros (Gálatas 5).
La venida de Jesús a este mundo de forma tangible y la venida del Espíritu de Dios en nosotros como individuos y como grupo nos asegura su presencia continua a nuestro lado.
Un Dios impersonal no importa que no exista realmente. El Dios de la Biblia no es un concepto abstracto y teórico, una idea imaginaria, un mero principio, un deseo, un ídolo o una fuerza sin forma. Dios es personal e identificable. Se puede relacionar con nosotros como personas y nos invita a relacionarnos con Él a nivel personal. Puedes estar seguro de que está "presente" cuando pase lista en la experiencia humana.
Ramesh P. Richard, PhD
Además de tener más de treinta años de servicio como profesor, el Dr. Richard es el fundador y presidente de Ramesh Richard Evangelism and Church Health (RREACH), un ministerio global para la evangelización de líderes y para fortalecer a pastores principalmente en Asia, África y América Latina. Ha servido en más de cien países, enseña a audiencias de distintos tipos, desde pastores en áreas rurales a jefes de Estado. DTS, junto con RREACH han lanzado la Global Proclamation Academy para formar a pastores jóvenes con influencia de todo el mundo. El Dr. Richard también es el fundador de Trainers of Pastors International Coalition (TOPIC) y el coordinador de 2016 Global Proclamation Congress for Pastoral Trainers. Junto con su esposa Bonnie, tienen tres hijos adultos y tres nietos.