Mateo 18:23-35 cuenta una de las parábolas más conocidas de Jesús en la que un siervo a quien le acababan de perdonar una deuda imposible se negó a perdonar la pequeña deuda que un siervo le debía a él. La parábola termina con este siervo castigado por el rey por su falta de gracia. Aunque la palabra gracia nunca aparece en la historia, esta parábola es una lección para los que hemos recibido una gracia mayor de nuestro Señor celestial, Jesús. Aquí vemos cómo la gracia es un regalo de bondad y perdón inmerecidos y también cómo la gracia de Dios debe transformarnos.
La palabra griega χάρις (jaris) se suele traducir como «gracia», pero también se puede traducir como «beneficio», «gracias», «crédito» o «favor». Pablo es el escritor del Nuevo Testamento que más se centra en la gracia. De las 155 veces que vemos la palabra χάρις en el Nuevo Testamento, cien aparecen en las epístolas de Pablo. De hecho, da un énfasis especial a la gracia abriendo cada carta con «Gracia y paz a vosotros» (por ejemplo: Romanos 1:7; Filipenses 1:2; Tito 1:4) y a menudo cierra sus cartas con «gracia» (por ejemplo: Romanos 16:20; 1 Corintios 16:23; 2 Corintios 13:13; Gálatas 6:18).
Puede que nos resulte difícil aceptar la gracia o darla a los demás, pero debemos aprender de Jesús y Pablo. Pablo se ve a sí mismo no apto para ser un apóstol (1 Corintios 15:9; Efesios 3:8) y como el mayor de los pecadores (1 Timoteo 1:15) y, por lo tanto, no merece la gracia de Dios. La verdad es que todos somos pecadores (Romanos 5:8-12) y necesitamos la gracia de Dios. Y la gracia está hecha del mismo material que el evangelio que Dios dio a Pablo. La salvación es solo por gracia por medio de la fe, aparte de las obras del ser humano (Efesios 2:8-9). Los creyentes en Jesús estamos en el favor de Dios por «esta gracia en la cual estamos firmes» (Romanos 5:2). La gracia y la bondad de Dios fluyen en cada área de nuestra vida ahora y hasta nuestro futuro eterno con Él (Romanos 5:17).
Igual que Jesús, el apóstol Pablo enfatiza y amplifica la conexión entre la gracia de Dios y nuestro perdón de los demás.
Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios 4:32).
El verbo griego traducido como «perdonándoos» y «perdonó» en el versículo 32 es χαρίζομαι (jarízomai), que es la forma verbal del sustantivo χάρις (jaris).
El verbo χαρίζομαι se suele traducir como perdonar, pero el significado de la palabra es mucho más amplio. La gracia de Dios hacia nosotros incluye perdonar nuestros pecados y darnos su bondad en «la gracia de nuestro Señor Jesucristo» (2 Corintios 8:9; Efesios 1:3–6; 3:20–21; 1 Corintios 2:9; Isaías 64:4). Esta es la misma actitud que Pablo pide que imitemos en nuestras relaciones con los demás (Efesios 5:1).
Así que, otra forma de leer «perdonándoos unos a otros» (Efesios 4:32) es «mostrando gracia unos a otros». Cuando entendemos completamente la deuda enorme que se nos ha perdonado, estaremos ansiosos por imitar a nuestro Rey y ofrecer a otros la misma gracia. Quizás por esa razón, el saludo favorito de Pablo a las iglesias es «gracia a vosotros».
J. William Johnston
Antes de que el Dr. Johnston se convirtiera, dudaba de la exactitud de las traducciones de la Biblia y, por lo tanto, de la integridad de la Biblia. Después de convertirse decidió que la única forma de saber si las traducciones eran de fiar era aprender los idiomas originales. Después de estudiar los clásicos en la universidad de Texas, vino a DTS y descubrió que enseñar era su pasión. Sus intereses de investigación son la gramática y sintaxis griega y los estudios joánicos.