Los recuerdos que tengo de mi infancia me causan una mezcla de emociones. Mis padres se divorciaron cuando tenía cinco años, así que mi madre crio a cuatro hijos sola. Algunos recuerdos todavía me hacen llorar: el recuerdo de ver a mi mamá tarde en la noche en la mesa con la chequera intentando llegar a fin de mes. O un día cuando mi mamá me consoló después de jugar en casa de un amigo porque me sentía triste de que él tenía un papá y yo no. Pero también hay otros recuerdos que me llenan de alegría: cuando mi mamá me llevaba a comer a una hamburguesería de nuestra ciudad. O cuando me llevaba a la piscina en los días calurosos de verano. Cuando miro atrás reconozco algo constante en cada uno de estos recuerdos: la fidelidad de mi mamá, que amaba a sus hijos con todo su corazón y nunca flaqueó en su devoción y cuidado hacia ellos. Mi mamá tenía muchas razones para abandonar. Pero en lugar de abandonar, fue la personificación de la fidelidad en todo lo que hacía.
La palabra «fiel» quiere decir «Que guarda fe, o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él»[1]. Es un ejemplo de compromiso a alguien a largo plazo. La palabra griega para «fiel» es πιστός (pistos). Tiene un significado parecido a la palabra en español, pero se centra en la respuesta que engendra la fidelidad: «Relacionado con ser digno de confianza»[2]. En resumen, las personas fieles merecen nuestra fe en ellos. Están comprometidos y muestran ese compromiso en las buenas y en las malas.
No le sorprenderá que la Biblia llame a los creyentes a ser fieles en nuestra relación con Dios. En la parábola de los talentos, Jesús llama a los discípulos a una vida de servicio fiel a Dios (Mat 25:14-30). Pablo afirma que la fidelidad es la cualidad más importante de un líder (1 Cor 4:2). Debemos recordar que ser fieles a Dios solo es posible porque Dios mismo es fiel a nosotros. Pablo nos recuerda que Dios es fiel para traernos todas las bendiciones de la salvación a los que tenemos fe en Cristo (1 Cor 1:9). Juan nos anima recordándonos que Dios es fiel para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad cuando nos acercamos a Él en confesión (1 Juan 1:9). Dios es fiel a los que ama en Cristo. Gracias a esa fidelidad perfecta, podemos ser fieles a Él con una vida de alabanza y obediencia.
Como mi mamá fue fiel conmigo, yo también quiero serle fiel a ella. Ahora tiene la enfermedad de Alzheimer y no podemos comunicarnos y reír como solíamos hacer. Pero siempre que tengo la oportunidad, le digo que la quiero. Me ha sido fiel toda mi vida y quiero serle fiel a ella el resto de su vida. Y en su fidelidad, veo la fidelidad de nuestro Dios quien nos ama sin importar lo que ocurra y quien sacrificó a Su Hijo para que podamos tener vida. Con gratitud le doy mi vida en alabanza y obediencia fiel. Que todos podamos hacer lo mismo al experimentar la fidelidad de nuestro Dios en Cristo.
Antes de comenzar su servicio como profesor de Dallas Theological Seminary, el Dr. Burer, decano de desarrollo del profesorado y profesor de Nuevo Testamento, trabajó por muchos años con Bible.org como editor y asistente del director de proyectos para la traducción de la Biblia NET Bible. También fue una pieza clave a la hora de completar el New English Translation-Novum Testamentum Graece publicado junto con Bible.org y el Deutsche Bibelgesellschaft de Stuttgart, Alemania. El Dr. Burer es ministro ordenado y sirve como anciano en su iglesia local, también ha servido con Alianza Evangélica en Francia y ha servido como profesor en la universidad Faculté Libre de Théologie Évangélique en Vaux-sur-Seine, Francia. Su investigación y enseñanza son el griego y la exégesis, los evangelios y el estudio de Jesús.
[1] https://dle.rae.es/fiel
[2] William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 820.